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Alergias respiratorias graves: cuando salir a la calle es una odisea

20/Sep/2023 | Actualidad, Alergia respiratoria | 0 Comentarios

Para algunas personas, salir a la calle no es sinónimo de aire puro y libertad; más bien significa angustia y, a veces, problemas de salud tremendos. Es el caso de los pacientes con alergias respiratorias graves. Elementos que para la mayor parte la población son inocuos, en ellos pueden desencadenar crisis importantes. El polen, el pelo de los animales, hasta las deposiciones de los pájaros pueden ser el origen de un ingreso hospitalario.

“Existe mucho desconocimiento con respecto a las alergias respiratorias y a lo que tenemos que afrontar los alérgicos simplemente por salir a la calle”, explica Irantzu Muerza, coordinadora de asma en Fenaer. Los principales riesgos a los que se enfrentan estos pacientes “son muchos, principalmente medioambientales, pólenes, gramíneas, polvo en suspensión, cambios de temperatura, y otros como epitelio de animales, aires acondicionados, olores fuertes o productos químicos”. Por desgracia, gran parte de esta lista le es aplicable a ella misma: “He tenido crisis, algunas más graves que otras. Las leves las he aprendido a gestionar yo, pero las muy graves incluso me han desencadenado en un ataque de asma severo, parada cardiorrespiratoria y el ingreso en la uci intubada y con coma inducido”.

Vigilancia extrema

Su vida depende de un orden estricto y una vigilancia extrema. En casa es relativamente sencillo: “No tengo moqueta, alfombras ni cortinas, ni mascotas dentro, y limpio el polvo todos los días sin productos químicos. Además, tengo purificadores de aire”. Fuera del hogar la cosa cambia: “Lo primero es intentar controlar el entorno en el que me encuentro y localizar todo lo que puedan ser focos desencadenantes; todos los sentidos tienen que estar en alerta y los ojos bien abiertos”. Nunca sale sin saber dónde está el centro sanitario más cercano al sitio al que se desplaza ni sin sus medicamentos de rescate y su documentación sanitaria.

Alergia al pelo de animales

Antonio López, madrileño, sufre de alergia y asma provocadas por el pelo de diversos animales. “Desde hace algunos meses”, cuenta, “he venido apreciando cómo diferentes dueños de mascotas entran en espacios cerrados y en centros comerciales”, lo que es perjudicial para su salud. Convencido de que “una conversación educada” es muchas veces el origen de la solución, se ha dirigido a los responsables de varios establecimientos. “incluyendo farmacias, panaderías y restaurantes. He llegado a la conclusión de que la mayor parte de esos negocios no se autodenominan pet friendly (accesibles para animales) pero, sin embargo, se ven forzados por los dueños de perros a afrontar una situación desconocida hasta la fecha”.

Hasta el momento, su campaña ha logrado que una farmacia y un centro comercial en Madrid rechacen la entrada de animales, “simplemente hablando con los responsables personalmente, telefónicamente o por correo electrónico. En la gran mayoría de los casos, sin embargo, aún no he conseguido los resultados esperados, pero continuaré trabajando”.

Perros en medios de transporte

A juicio de Antonio, “ni las administraciones ni los propietarios de los locales son conscientes del perjuicio que sus decisiones ocasionan a las personas alérgicas y/o asmáticas”. Por ejemplo, critica que “en la actualidad se esté permitiendo que las mascotas entren en medios de transporte como el Metro de Madrid y ahora también en Cercanías”.

Al correo de Fenaer han llegado más casos como los de Antonio. G.M. reaccionó al anuncio por parte de Renfe de que en sus trenes podrán viajar perros de gran tamaño escribiendo a la Federación: “Como persona tremendamente alérgica, me condenan a no poder usar su servicio”. En determinados convoyes AVE hay dos plazas para perros, siempre al inicio de un mismo vagón, y estos no pueden salir de él ni pasear por los pasillos.

Animales en aviones

Otra paciente, A.M., comunicó su desagrado por el hecho de que algunas aerolíneas permitan que los animales de compañía viajen en cabina, aunque a las personas con alergia se les cambie de lugar en el mismo trayecto: “¿Y si un alérgico al epitelio de animales toma el vuelo de vuelta y viaja en el mismo asiento en el que ha ido el perro? ¡Le dará asma y ni sabrá por qué!”.

Otro caso conocido por Fenaer es el de una persona que sufre de fibrosis pulmonar causada por las esporas de los excrementos de paloma que viven en su calle, y debe usar oxígeno durante buena parte del día. Pese a que se ha dirigido al ayuntamiento de su ciudad, este no ha puesto más medios para que la limpieza elimine estos residuos, desagradables para el común de la población, muy peligrosos para ella.

Medidas públicas

“Los poderes públicos tienen que tomar medidas adecuadas y urgentes para frenar el cambio climático y mejorar la calidad del aire que respiramos”, afirma Irantzu Muerza. Para ella es clave también visibilizar el problema, porque “las personas con alergia sufrimos un estigma muy grande. Se tiende a considerar una enfermedad leve, cuando es muy incapacitante en su versión grave”. Da un ejemplo: “Yo tuve que dejar mi empleo, pese a tener un contrato fijo, porque en el puesto de trabajo había moqueta y se acumulaba mucho polvo. Hubo incomprensión por parte de jefes y compañeros cuando mi alergia brotaba y faltaba”.

Para Muerza, los afectados tienen en la investigación el clavo al que agarrarse pensando en un futuro más llevadero: “La administración tiene que apoyar la innovación para que los pacientes tengamos acceso a tratamientos que nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida y a convivir con nuestras alergias de una forma menos limitante”.

 

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