Un estudio del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago, de la Universidad de Santiago de Compostela, indica que la falta de conocimiento acerca de los antibióticos, sobre todo entre la población mayor de 65 años, es uno de los retos más importantes que afronta la sanidad pública española. El trabajo coincide con otro de la Unidad de Resistencia a Antibióticos de la Complutense que indica que el uso de estos fármacos se disparó durante los meses más duros e la pandemia, lo que hace temer que su efectividad baje.

El estudio compostelano recuerda que España es el país que más antibióticos consume en el mundo desarrollado (más de 40 dosis por 1.000 habitantes y año), y las cifras siguen aumentando. En la investigación se detectó escasez de conocimientos, problemas en la comunicación entre médicos y pacientes y falta de rigor a la hora de seguir los tratamientos, especialmente en la franja de mayor edad. Los pacientes, afirma el estudio, se quejan de que no son informados correctamente de su patología ni del tratamiento a seguir.

Según los autores de este estudio de la USC, los pacientes tienen muy poca información sobre las resistencias microbianas al uso de autibióticos, y la confunden con la tolerancia que cada persona puede tener a un fármaco. Para los investigadores, el uso excesivo de antibióticos y la consecuente aparición de bacterias resistentes a sus efectos es una de las mayores amenazas para la salud mundial.

En el mismo sentido se pronuncia el estudio de la Complutense. La investigación afirma que solo en marzo de 2020, en la primera ola de la pandemia, el consumo de antibióticos subió un 11,5%, un serio revés en la estrategia española de reducción de consumo. En los cinco años anteriores, apuntan, y pese al esfuerzo de las Administraciones, la bajada no había llegado al 5%. Algunos antibióticos, como la acitromicina, llegaron a aumentar en un 400% en esas semanas críticas.