La sustitución de un inhalador por otro motivada por razones no clínicas, como las esgrimidas en algunas iniciativas dirigidas a disminuir la huella de carbono causante del cambio climático, tiene un alto coste económico y ambiental.
Así lo pone de manifiesto el reciente estudio Economic and environmental impact of the non-clinical change of inhaler devices for COPD and asthma in Spain (Impacto económico y ambiental del cambio de inhaladores en EPOC y asma por motivos no clínicos en España), elaborado por los doctores Joan B. Soriano, del del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de la Princesa (Madrid) y Oriol Solà-Morales, presidente y CEO de la Fundación HITT (Health Innovation Technology Transfer) en colaboración con Chiesi España.
El estudio, que será publicado con sus resultados completos y definitivos próximamente, concluye que el cambio de inhaladores por motivos no clínicos supone anualmente un coste de 334 millones de euros al sistema sanitario y un impacto ambiental de unas 40.000 toneladas equivalentes de CO2.
Los resultados cifran en 2.406 millones de euros en el caso de la epoc y en 1.318 millones de euros en el del asma el coste anual directo que estas enfermedades suponen para la atención primaria y hospitalaria, del que el 9% se atribuye a la atención a exacerbaciones y empeoramientos debidos a cambios de inhalador por motivos no clínicos. Así, el impacto económico de esos cambios en el sistema sanitario asciende a 216 millones de euros para la epoc y 118 millones de euros para el asma.
A ello se suma el riesgo para la salud de los pacientes respiratorios que utilizan estos dispositivos, como los afectados por asma o epoc, que suponen esos cambios, que pueden derivar en una mala adherencia al tratamiento y en el mal uso de los inhaladores, aumentado la posibilidad de exacerbaciones. Coincidiendo con lo que indican numerosos consensos y guías, los autores del estudio concluyen que la elección de inhalador es clave y debe realizarse teniendo en cuenta las características clínicas y las preferencias del paciente.
Huella de carbono
En cuanto a la huella de carbono generada por los dispositivos de inhalación, el estudio señala que las exacerbaciones causadas por cambios de inhalador aportan a la atmósfera 20.451 toneladas equivalentes de CO2 (CO2TEq) en el caso de la epoc y 19.190 en el caso del asma, es decir, cerca de 40.000 CO2TEq en total.
A ello hay que añadir que formar a los pacientes en el cambio de dispositivo costaría unos 36 millones de euros y generaría un impacto ambiental adicional en cuanto a la tasa de emisiones de carbono de 2.618 CO2TEq.
La elección del inhalador basándose en las características clínicas y las preferencias de cada paciente es fundamental para lograr una buena adherencia al tratamiento, mejorar los síntomas y evolución de la enfermedad y evitar exacerbaciones. En ese sentido, hay que tener en cuenta que algunos pacientes pueden tener deficiencias concretas que les dificulten el uso de un determinado tipo de dispositivo y que no todos los pacientes, especialmente aquellos que presentan una capacidad de inhalación limitada, se adaptan adecuadamente a los de polvo seco (DPI). Además, no todas las combinaciones de medicamentos para el tratamiento de la epoc o del asma están disponibles en todos los dispositivos.
Cabe destacar, por otra parte, que la contribución del conjunto de los aerosoles médicos a las emisiones de gases de efecto invernadero, por los propelentes hidrofluorocarbonados (HFC) que contienen, supone un 0,0352% del total.
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