Salir y aspirar aire contaminado puede ser tan nocivo como fumar cinco cigarrillos al día, afirma la Sociedad Española de Neumología. En días de picos de contaminación se acumulan las visitas a urgencias y los ingresos hospitalarios de pacientes respiratorios. La contaminación atmosférica protagoniza el primer episodio de la segunda temporada de Date un respiro, el podcast de salud respiratoria de Fenaer.

En el programa, el periodista Luis Fraga conversa con Ferran Ballester, doctor en Medicina, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y profesor de la Universidad de Valencia. Ballester destaca que “hay mucha coincidencia y consistencia en el discurso científico. Ya está demostrado que la contaminación del aire es el factor de riesgo ambiental más importante para la salud de la población mundial”.

Un pico de contaminación desestabiliza a quienes padecen enfermedades pulmonares y, a veces, echa por tierra todo el trabajo de prevención que estos han hecho con gran sacrificio. Estos momentos excepcionales se pueden corregir, pero el cambio climático no, afirma Ballester: “La contaminación del aire en una ciudad se podría mejorar en semanas o meses con políticas decididas, como ocurrió durante el confinamiento. Ha sido un experimento nunca imaginado, con una disminución del tráfico drástica, las emisiones industriales o el tránsito aéreo o marítimo. Pero el cambio climático siguió incrementándose. Los remedios son a medio plazo como mínimo”.

En el episodio, realizado con el apoyo de Chiesi, el especialista destaca que mientras que la influencia de la contaminación en una mayor presencia de polen en el ambiente está por demostrar rotundamente, “sí es más claro el papel negativo que juegan las humedades, que favorecen la proliferación de hongos y esporas, en la salud de las personas con problemas respiratorios”.

La solución no es fácil, y más cuando, según el doctor, “vamos con diez o quince años de retraso sobre lo acordado para prevenir el cambio climático”. La clave, asegura en el episodio de Date un respiro, “no está tanto en la legislación, que ya la hay, sino en su aplicación y en la educación de la población. Pasa lo mismo que con el tabaco, hemos declarado playas o estadios sin humo, pero te invito a visitarlos y verás que mucha gente fuma. La norma hay que cumplirla. La sociedad tiene que ir asimilando una perspectiva que, en otros países, como los nórdicos o Japón, tienen muy extendida: no dañar a las personas con las que convives”.

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